Por Yanira Soundy
Idilio que sueña, alegría en mis oídos,
soplo en el revuelo de mis alas…
Al fin avanzo a las manos del segador,
sin armas ni pies.
Soy ese corazón que rumora su nombre,
y el silencio en el aroma de los huertos.
Dejo atrás mi profundo sentimiento,
las hojas en los sentidos y mi sangre en los caminos.
El canto de mis manos temblorosas,
el desamor y los pinares que cubren las heridas.
Dejo atrás, el rebaño de corderos,
las leyes y los rastros de un “te quiero”.
Hoy, camino hacia Él, a su voluntad que se apodera de mis ansias,
a su luz que traspasa todos mis huesos.
Avanzo, a su azul divino,
sin el dolor ni el sosiego de mis rezos.
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