Escritora salvadoreña Irma Lanzas.
- Yanira Soundy

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Por Yanira Soundy
Académica Miembro de Número de la Academia Salvadoreña de la Lengua correspondiente a la Real Academia Española.
"La poeta alzó sus alas al Cielo
llevaba en el rostro la luz y la alegría
y de sus labios inermes colgaba,
una sonrisa rosa y eterna.
Hasta siempre Irma Lanzas." ( Yanira Soundy)
La conocí por sus escritos y lo que me contaban de ella desde niña, mi madre decía que Irma Lanzas, era una mujer preciosa, una princesa mística que cada tarde subía a ver el azul del cielo, desde el Cerro de las Pavas.
Imagino a Irma, en la enorme casona de adobe de la “Escuela Eulogia Rivas” tocando la campana cerca de la puerta, corriendo con sus amigas entre las aulas para escribir con yeso sus primeras palabras y versos.
Cuando pienso en ella, la veo llena de juventud, practicando en las bandas de guerra, declamando poemas, jugando salta cuerda, mica o arranca cebolla. La veo comiendo minutas en los portales, viendo vitrinas y bailando el Xuc de “Adentro Cojutepeque” creado por Paquito Palaviccini en mil novecientos cuarenta y dos, quien se inspiró en el grito tradicional de todas las personas originarias de este precioso municipio.
Patricia Rubio Echegoyen, autora del Libro “Entre Niebla cojutepecana”, describe a Irma Lanzas, como: “bella cojutepecana, maestra, poeta, quien fue reina de la Caña de Azúcar….” Y a su padre, Toñito Lanzas, quién era de nacionalidad nicaragüense, como un hombre que “tenía la tez blanca, complexión delgada, sonriente, paso calmo, suave trato, educado, fotógrafo, excelente músico y compositor”. Gracias a la descripción de don Toñito, podemos descubrir también los rasgos del carácter de Irma Lanzas.
Patricia siempre que narraba como cojutepecana, el enorme respeto, cariño y admiración que los lugareños conservan a Irma Lanzas, no sólo por haber sido una reina espectacular de gran belleza física y carácter agradable, sino por su talento intelectual y lo estudiosa que ella era.
Irma Lanzas perteneció a un Cenáculo Literario, que albergó a quienes conformaron después la Generación del 50.
Cuando conocí a Waldo Chávez Velasco, en 1997, me dijo que él era el hombre más afortunado del mundo, por haberse casado con Irma, recuerdo bien sus palabras: “Yo, un hombre feo y sin gracia, con una mujer preciosa, llena de virtudes”, una mujer que para él era “La Bella”, inteligente, religiosa y muy sensible.
Eugenio Martínez Orantes, amigo de ambos, escribió sobre ella en el Suplemento del Diario Latino lo siguiente:
“Era una jovencita espigada, de cabellera ondulante, larga hasta la cintura, y grandes ojos bellos.
Verla, era descubrir la poesía. La poesía palpitaba en todo su ser y sus palabras eran un río de luz incontenible.
Era dulce. Su mirada era dulce. Sus gestos eran dulces. Toda ella era dulce. Por eso los pájaros bebían música en su voz.
Tenía tanto encanto que, aquella frase de Amado Nervo, parecía haber sido escrita para ella:
“Quien la vio, no la pudo ya jamás olvidar…”
Por los años noventa yo estaba casada y mi esposo era catedrático de la Universidad Don Bosco, recuerdo que la presencia de la doctora Lanzas lo impactó, ella era Decana de Facultad de Teología. Se cumplieron las palabras de Eugenio.
Yo desarrollé una relación más cercana con Waldo y Eugenio, por cuestiones de trabajo en Diario Latino. Así que aprendí a admirarla y conocerla gracias a ellos.
La vi algunas veces en reuniones de sociales y por último en la presentación en el año 2019, de la “Antología Poeta Soy, Poesía de mujeres salvadoreñas”, Biblioteca Escolar Presidencial, Biblioteca Básica Escolar Volumen 11, primera edición 2018 del Ministerio de Educación para Tercer Ciclo de Educación Básica y de Educación Media. Ella fue quién dio las palabras sobre el libro y la poesía a nombre de las 44 poetas que fuimos seleccionadas e incluidas en esa antología por el Comité Editorial del Ministerio de Educación. Ella, resaltó la obra y la generosidad de todas las poetas convocadas a la Antología, al dar nuestra poesía como ofrenda a la cultura, de forma pura, noble y gratuita, con único ánimo de volvernos a ver, al transitar con nuestros versos por diversas épocas y escuelas, estimulando el gusto por la lectura de la juventud salvadoreña. Ninguna de las asistentes imaginamos, que aquella mujer llena de vida, colores y alegría, moriría un año después.
Su vida
Irma Lanzas, nació el 7 de agosto de 1933, en el municipio de Cojutepeque del departamento de Cuscatlán, El Salvador. Estudio la Primaria en la Escuela Eulogia Rivas; Enseñanza Secundaria en la Escuela Normal “España”, y Estudios Superiores en la Escuela Normal Superior de San Salvador, y viajó a Italia en 1956, para estudiar en la Universidad de Bolonia (Italia), en la Facultad de Letras y Filosofía.
Perteneció a la Generación Comprometida de 1950. Era maestra graduada de la Normal España con una especialización en ciencias de la educación en la Normal Superior.
Se graduó como doctora en filosofía y letras en la Universidad de Bolonia (Italia) y posteriormente, se graduó en teología en la Universidad de Saint John de Nueva York. También cursó estudios de posgrado en las Universidades de Madrid y La Sorbona de París.
En 1985 recibió la medalla Cáritas, otorgada por la arquidiócesis de Newark (Estados Unidos).
Fue catedrática de Teología en el College de Saint Elizabeth de Nueva Jersey y en la Universidad Nacional de El Salvador y decana de la Facultad de Teología de la Universidad Don Bosco, de San Salvador.
Fundó y dirigió la Televisión Educativa estatal en los años sesenta, dirigió la Oficina Nacional de RENACER, dedicada a evangelizar y escribió reflexiones sobre el Evangelio que han sido difundidas en El Salvador, México, Honduras y Estados Unidos.
Tomó posesión en la Academia Salvadoreña de la Lengua, 21 de mayo de 2008 con el discurso titulado “Conversando sobre Dios”. Le respondió, en nombre de la corporación, David Escobar Galindo.
Fue tesorera de la corporación desde el 26 de mayo de 2016 hasta su fallecimiento.
Se casó con el escritor salvadoreño Waldo Chávez Velasco en Roma.
Autora de ensayos y poesía de carácter místico, publicó obras como:
1984: Hacia el Reino por la fe, ensayo.
1985: Llamados a la conversión, ensayo.
2000: Canción de hierba, poesía.
La poética de T. S. Eliot, ensayo.
Los ojos de la cierva, poesía.
Cantares, poesía.
Torres y cielo, poesía.
Sobre sus huellas, ensayo.
Falleció a los ochenta y seis años, el 9 de julio de 2020.





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