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Foto del escritorYanira Soundy

Poesía íntima.

Actualizado: 12 abr 2021





La casa vacía





Por Yanira Soundy


Paredes desnudas: ojos blancos que hablan del adiós.

Un corredor de nostalgia extendido al patio húmedo

bajo un techo con goteras, arrugas de sus años.

Lámparas de sueños y quimeras,

cuadros en el piso junto a las faldas de sus voces ausentes.

Nostalgia de hilos dorados y calcetines blancos.

Dolor y silencio, un eco que me llama con su risita de bambú.

La casa, está vacía.

Yo la limpio y ordeno mis recuerdos.

Entra mi padre luego de un día largo de trabajo.

Mi madre lo espera, sentada en su sillón, cose y descose calcetines.

Mi padre sonríe y me levanta entre sus brazos.

Me trae quesadilla caliente y dulce de coco.

Mi hermano estudia en su cuarto, no hay que interrumpirlo.

¿Cuándo iré al Kinder?

Lidia ya preparó la cena,

es hora de platicar y escuchar .

Ya está todo listo, me han matriculado.

Blacky corre a jugar con Mimi,

el tiempo pasa rápidamente.

Mi primer beso, sus ojos negros y aquella despedida.

El dolor de saber que no sería para siempre.

Los sueños de volar a otros cielos para escribir en las montañas

Abril, tu agonía y tu muerte padre,

enfrentarme a la vida

Trabajar, estudiar, sufrir.

La mentira, el matrimonio y no saber vivir

La primera hija, la segunda

El varón.

El amor de la abuela.

La vida en la fe.

Mi lucha en el desierto.

La casa vacía.

Los ventanales abiertos.

Aquel closet que tanto cuidaste.

El traspatio hoy plantado.

Mis manos llenas de tierra…

Tu tristeza,

punzante enfermedad,

el hielo de tu agonía.

Aquella Navidad anticipada

el árbol y el Nacimiento en octubre

mi cumpleaños cargado de preguntas

tu sonrisa, tu amor, mi dolor al saber que te perdía.

La casa y ese olor a ti aún después de tanto tiempo.

Te busco mamá y sólo encuentro tu carterita negra,

aquel pañuelo que llenaste de perfume,

tu maquillaje de Diva.

Las fotos de mi abuela Carlota y tío Ricardo,

los recortes de eventos sociales y manuscritos de intelectuales famosos.

Hoy, he leído tu cuaderno de poemas

y guardé las flores que arreglaste en pequeños floreros de plata

pero no estás tú.

No puedo tocar tu mano pequeña

ni acariciarte con mis versos por las tardes,

afuera la calle es la misma aunque la gente cambie.

¿Sabes? Hoy fue el traspaso presidencial

y he vuelto a irme de casa,

intento olvidar tu muerte

y pensar en tí como una madre eterna.

La casa con sus ojos blancos me dice adiós,

ella no entiende que para mí, no es una casa,

es mi hogar con ustedes y el latido que vive por siempre en mis recuerdos.



Apocalipsis





Por Yanira Soundy


He dejado caer mi carga en el abismo de tus manos...

He dejado caer lo que me hiere:

tu veneno sutil de hombre,

los días y las noches a solas;

tus brazos de madero donde clavaste mis sueños;

las nieblas del jardín y la fachada de un


matrimonio perfecto.

He dejado caer toda mi carga:

los labios tímidos y juntos,

la voz del miedo en las pupilas

mi uniforme de mujer sumisa.

Los días y las noches a solas .

Tus palabras hirientes como espinas

Tu mentira hecha ademán de arrugas en la frente.

He dejado caer toda mi carga...

Apréndela de memoria:

es el ardor de tu hierba angosta,

es tu llanto de cigarra

y un gorjeo semejante al de tu risa.

La cama desierta,

la pertinaz monotonía.

Es la soledad que se arrastra perezosa,

en un ancho firmamento a oscuras,

es la burla estéril de la esperanza,

y un nuevo surco sin cegar.

Apréndela de memoria....

Hoy la espiga se desgrana.

He dejado caer mi carga en el abismo de tus manos...

Tu voz de mando, tus gritos.

Tu foso y tu torre feudal.

No puedo ser esa mujer que tu acobardas.

No quiero bajar el rostro ni postrarme ante ti...

Es imposible doblegarme

para arrastrar mi voz absorbida por tu estío..

Lo ves... dejarte no es difícil.

Dices que treinta y cinco años ya son muchos,

tres hijos demasiados

y que absolutamente nadie mirará mi frente

para enamorarse a ciegas.

Como ves tú también botaste carga...

Hoy los labios ríen

en el incendio de mis manos

y llega el amor ciego, mudo y sordo...

Mientras tú sigues fundido al mundo de tu espacio

con tu trabajo de lunes a domingo,

de sol a sol, de corriente a corriente

sin dejar de girar..

Me libero de ti

Y nada bulle, nada tiembla.

Hoy, a solas, veo en el espejo,

tus atajos angostos y secretos.

tus raíces estériles, tus ritos solemnes.

Hoy, más allá de todo sueño,

camino erguida y con fuerzas

Tú ya no vienes por mi senda,

Yo ya no enciendo tus venas

ocultas tu mundo de luces fantásticas,

en un cielo sin estrellas,

donde no existen: el llanto de los niños,

las tareas ni las quejas

y la palabra papá es un sustantivo a medias.

Ese es tu mundo de hombre ideal

Sé feliz de esa manera,

sé rey de tu castillo

y el sultán que vive fantasías.



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